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HACIENDO UN GRAN TRABAJO PARA DIOS. Por Ken Petty. Enseñanza para liderazgo.

Notas tomadas por Claudia Juárez de una enseñanza compartida por Ken Petty
En Bristol, Inglaterra el 23 de abril de 2014.
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(Publicada originalmente el 29 de abril de 2014).

El libro de Nehemías está escrito en el contexto de la cautividad en Babilonia de los hijos de Israel. Por la desobediencia e incredulidad de Israel, la ciudad fue reducida en aquellos días a escombros junto con el Templo del Dios vivo. Muchos israelitas con ciertas aptitudes y cualidades fueron llevados cautivos para servir como esclavos en Babilonia, estos fueron primero sirvientes de los babilonios, pero tiempo después, los persas dominaron Babilonia y los hijos de Israel llegaron a ser esclavos de los persas. En este contexto se desarrolla el libro de Nehemías.

Nehemías 1:1 Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino,

2 que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén.

3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.

4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.

El registro de Nehemías comienza con una gran necesidad. Yo creo que todo gran trabajo comienza cuando percibimos una gran necesidad que debe ser cubierta.

Cuando Jesús dijo a sus discípulos en Mateo 9:38 “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”, él había percibido una gran necesidad:

Mateo 9:36 Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.

37 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
38 Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.

Esta oración comenzó con la gran necesidad que vio Jesús: gente dispersa y desamparada como ovejas que no tienen pastor.

Sucede lo mismo hoy, si vamos a orar por obreros, debemos ver la necesidad que hay, debemos tener el corazón de Cristo para ver la necesidad de esa gente, para ayudarlos, y creo que eso es lo que quiere Dios que hagamos, que tengamos gran amor y compasión por la gente.

Cuando Nehemías escuchó de esta gran necesidad en Jerusalén que estaba en ruinas y que la gente estaba en una condición terrible, él elevó su corazón a Dios, y este también puede ser nuestro corazón de querer ver la Palabra vivir en otros, de que lleguen a conocer a Dios. ¡Queremos ayudarles! Queremos ver sus vidas bendecidas, que la destrucción en sus vidas sea sanada por el Dios vivo, ahí comienza todo.

Entonces, vemos aquí que un gran trabajo comienza cuando percibimos una gran necesidad.

1:4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.

Esta oración provino de lo más profundo del corazón de Nehemías.

1:5 Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible [Dios grande y asombroso], que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos;

1:6 esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.

1:7 En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo.

1:8 Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos;

1:9 pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.

1:10 Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa.

1:11 Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.

Nehemías escuchó de aquella necesidad, pero no corrió a hacer un plan por sí mismo, ÉL FUE A DIOS. Cuando vemos una gran necesidad, esto es lo que necesitamos hacer, IR A DIOS. Le permitimos a Él que nos muestre qué hacer. No tenemos que resolver, planear o hacer una estrategia de qué vamos a hacer, y cómo y cuándo lo vamos a hacer; no ponemos en marcha nuestros propios planes, porque de todos modos no funcionan, sino que NOS ES NECESARIO PERMITIRLE A DIOS QUE ÉL NOS MUESTRE SU PLAN.

Nehemías pidió a Dios que le diera gracia delante del rey. Él era el copero, un esclavo, él no podía disponer siquiera de su propia vida. Lo mismo puede sucedernos hoy en un trabajo secular. Dios puede mostrarnos cómo hacer las cosas, pero no podemos actuar por nuestra propia cuenta, así que podemos orar por nuestro jefe para que Dios trabaje en su corazón y nos abra puertas para esa obra especifica. Una constante oración que podemos hacer a Dios es para que Él trabaje en los corazones de la gente.

2:1 Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia, (este hombre fue un gran testimonio para el rey de que era un creyente, él era un hombre feliz que no había estado triste antes delante del rey).

2:2 me dijo el rey: ¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón. Entonces temí en gran manera. (No es que sintió temor en el sentido exacto de esta palabra, sino que Nehemías tuvo una tremenda emoción. ¡La bendita puerta por la que había orado se estaba abriendo delante de sus ojos! Debió tener algún tipo de nerviosismo al ver cómo Dios estaba trabajando, y estaba emocionado, pero no temeroso).

2:3 Y dije al rey: Para siempre viva el rey (esto era algo que Nehemías debía decir por su labor como copero del rey). ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego?

2:4 Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos,

Nehemías vio su puerta abierta, pero él siguió yendo a Dios para preguntarle qué hacer y qué decir. Pidió SABIDURÍA.

2:5 y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré.

Nehemías tenía un puesto importante. Estaba delante del rey, y él le está pidiendo dejar su puesto no por una semana, sino por un tiempo considerable.

2:6 Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo.

2:7 Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; (¡Observemos cómo Nehemías tuvo denuedo ya que Dios le había abierto la puerta! ¡Hermano mío, ten en denuedo cuando Dios te abre una puerta así!!!)

2:8 y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí.

¡Nehemías es un esclavo! ¡Y aquí está pidiendo con denuedo todo lo que necesita una vez que Dios está trabajando con él y para él! ¡Si Dios está trabajando en una situación especifica que enfrentamos, no tenemos nada qué temer, porque Él va a trabajar en corazones en situaciones y va a proveer lo que necesitemos!

2:9 Vine luego a los gobernadores del otro lado del río, y les di las cartas del rey. Y el rey envió conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo.

¡Nehemías ni siquiera había pedido esto y el rey se lo concedió! ¡Qué Dios tenemos!

2:10 Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías el siervo amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel.

Cuando comiences a hacer la obra que Dios te ha encargado hacer, siempre vas a encontrar oposición. Siempre va a haber aquellos que no les gusta lo que estás haciendo, y muy a menudo te lo harán saber. Debes tener en mente que esto va a ocurrir.

2:11 Llegué, pues, a Jerusalén, y después de estar allí tres días,

2:12 me levanté de noche, yo y unos pocos varones conmigo, y no declaré a hombre alguno lo que Dios había puesto en mi corazón que hiciese en Jerusalén; ni había cabalgadura conmigo, excepto la única en que yo cabalgaba.

Una vez que Dios ha puesto en tu corazón un deseo, Él va a mostrarte qué hacer, va a generar en ti Su buena voluntad y tú lo sabrás. ¡Es como un fuego en tu corazón que te motiva a hacer Su buena voluntad!

2:13 Y salí de noche por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y a la puerta del Muladar; y observé los muros de Jerusalén que estaban derribados, y sus puertas que estaban consumidas por el fuego.

2:14 Pasé luego a la puerta de la Fuente, y al estanque del Rey; pero no había lugar por donde pasase la cabalgadura en que iba.

2:15 Y subí de noche por el torrente y observé el muro, y di la vuelta y entré por la puerta del Valle, y me volví.

Nehemías está ahora observando la necesidad de cerca y qué se requería hacer.

2:16 Y no sabían los oficiales a dónde yo había ido, ni qué había hecho; ni hasta entonces lo había declarado yo a los judíos y sacerdotes, ni a los nobles y oficiales, ni a los demás que hacían la obra.

Algunas veces Dios trabajará en tu corazón para hacer algo y hasta cierto punto Su guía será: “esto es entre tú y Yo”. Si Dios te muestra esto, simplemente guarda silencio, porque quizá si lo hablas, la gente va a desalentarte. Dios puede decirte “esto es entre tú y Yo por ahora”. Simplemente permite que Dios trabaje, sigue Su guía.

2:17 Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio.

Hasta este punto, vemos que Nehemías vio la gran necesidad y Dios fue abriéndole puertas para llevar a cabo la gran obra, pero él aun carece de algo: De obreros. Como líder puedes percibir una necesidad, pero te darás cuenta que no puedes hacer el trabajo tu solo, Jesucristo dijo: “la mies es mucha y los obreros pocos, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a Su mies” porque la obra es muy grande y son necesarios mas obreros.

2:18 Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien.

Nehemías les dio un testimonio que les inspiró, les alentó al ver cómo trabaja Dios y cómo responde en medio de una gran necesidad. Por eso son tan provechosos los testimonios inspirados por el espíritu de Dios, nos muestran cómo trabaja el Dios vivo en y para otros, y nos alienta a creer en Su Palabra.

2:19 Pero cuanto lo oyeron Sanbalat horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os rebeláis contra el rey?

Cuando comiences a hacer una obra para Dios la gente va a reírse de ti, a burlarse, a ridiculizarte para intentar desalentarte. Ellos dijeron que si una zorra subiera por la obra que hacían, la derribaría. Así va a trabajar el diablo para descorazonarte, te harán sentir un tonto. Pero debes darte cuenta que esa es la oposición que se te presenta al servir a Dios.

2:20 Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén.

En el capítulo 3, vemos que básicamente se repartieron el trabajo y cada uno hacía su parte, todos estaban construyendo el muro, pero cada uno tenía una función diferente. Esto es  comparable con lo que sucede en el Cuerpo de Cristo, ya que Dios nos ha puesto un lugar a cada miembro conforme Él quiso y así se realiza la edificación del Cuerpo, cada uno tiene su propia función y una labor INSPIRADA POR DIOS. Entonces, si yo “construyo una parte específica del muro”, no es de nuestra competencia ir con otro miembro del Cuerpo y ver cómo edifica “la parte de la muralla que a él le corresponde”. Cada uno debe hacer su propio trabajo, y el otro hace su propio trabajo, y el otro su propio trabajo.

En la reconstrucción de la muralla había un responsable de ver que todo funcionara bien y que el trabajo fuese hecho. En la Iglesia, el Señor Jesucristo, quien es la Cabeza del Cuerpo tiene esta función. Entonces no es mi asunto criticar el trabajo de los demás, ni critico el trabajo ni hago asignaciones, yo no puedo decir a los demás qué deben hacer, esa función no me ha sido dada. Deberíamos tener esto claro, porque lamentablemente pasamos mucho tiempo criticando lo que los demás hacen en el Cuerpo.

Entonces, permitamos que sea Dios y Su hijo Jesucristo quienes critiquen ese trabajo. La única forma en que tú puedes involucrarte es si Dios te lo pide. Él puede pedirte que hables con alguien de un tema específico o una necesidad, ¡pero no debes hacer esto por tu propia iniciativa! Si te involucras en el trabajo de los demás pensando que te corresponde hacerlo, será una carga pesada para ti. Entonces, vas a querer supervisar a todo el mundo, de hecho LO ÚNICO QUE TIENES QUE HACER, ES LO QUE DIOS TE DICE A TI QUE DEBES HACER. Si Dios no te dice que hagas algo o hables con alguien, mantén tu boca cerrada. Quizá pienses que estas en lo correcto, y quizá lo estas, pero es trabajo de Dios guiar a cada hijo Suyo.

Personalmente he estado en lugares donde la gente piensa que todos deben hablar con los demás respecto al trabajo que ellos hacen, dicen: “hay que confrontar, hay que confrontar a todo el mundo”, y, francamente, todo lo que hacen es desalentar a la gente a hacer su propio trabajo para Dios. Por eso hablamos solamente cuando Dios nos lo muestra, por revelación confrontamos a alguien. No buscamos confrontar, eso debe hacerse sólo si Dios nos envía. El Cuerpo de Cristo no necesita ser confrontado sin la específica guía de Dios. Cada miembro del Cuerpo debe fortalecer y estrechar su propia comunión con Dios y unos a otros debemos alentarnos a realizar la función específica de cada uno.

Entonces el capitulo 3 habla, de la repartición del trabajo, y en el capítulo 4 el enemigo regresa a intenta ridiculizar su esfuerzo, pero ellos se mantienen trabajando. Pasaremos ahora directamente al capítulo 6:

6:1 Cuando oyeron Sanbalat y Tobías y Gesem el árabe, y los demás de nuestros enemigos, que yo había edificado el muro, y que no quedaba en él portillo (aunque hasta aquel tiempo no había puesto las hojas en las puertas),

Miren cómo podemos aprender en Nehemías cómo funcionan los dones de ministerio en el Cuerpo de Cristo. La función de los dones de ministerio es alentar a los demás a continuar con su propia labor, son gente que ayuda, que alienta a los demás miembros en sus diferentes funciones en el Cuerpo. Así se lleva a cabo la edificación del Cuerpo. Lo que Nehemías hizo fue ayudar a los demás a permanecer haciendo su labor de reconstruir el muro.

6:2 Sanbalat y Gesem enviaron a decirme: Ven y reunámonos en alguna de las aldeas en el campo de Ono. Mas ellos habían pensado hacerme mal.

Estos hombres al ver que la obra avanzaba, intentaron estorbar el trabajo que hacia Nehemías, es lo mismo que el diablo trata de hacer con nuestra labor para Dios. 

Observemos lo que Nehemías respondió:

6:3 Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros.

¿Nuestro trabajo para Dios es una gran obra? El trabajo de Nehemías era reconstruir el muro, ¡nuestro trabajo es edificar el Cuerpo de Cristo! ¿Este es un trabajo menor que el que hizo Nehemías? ¡El nuestro es un trabajo mayor! Entonces, si Nehemías dijo: “yo hago una gran obra”, nosotros debemos tener conciencia, darnos cuenta de que hacemos una obra aún mayor que él.

Cada uno de nosotros está llamado a hacer una gran obra, Dios te ha dado a ti un lugar único y especial en la obra de la edificación de Cuerpo, una obra que sólo tú estas llamado a hacer, ¡la obra que Él ha preparado para ti es una gran, gran, gran obra! Tú eres de gran valía en el Cuerpo. Ningún hombre escogió el sitio que tienes en esta obra, Dios te colocó a ti en el Cuerpo en Su sabiduría. Tú tienes una función específica, y Dios va a mostrártela si tú se lo pides, Él va a mostrarte y a darte todo lo que necesitas para que lleves a cabo esta obra que Él preparó para ti de antemano.

Nehemías no tuvo que trabajar por años para conseguir los materiales para su obra, ni la hizo solo. Si tú sigues su guía, Dios también va a proveerte a ti todo lo que requieras para la labor que Él ha escogido para ti, para la obra que Él te está llamando a hacer. Y así como Nehemías no tuvo que resolver por sí mismo todo lo que estaba envuelto en esta obra, Dios lo hará contigo.

Observa como Dios dio sabiduría a Nehemías, le dio gracia delante del rey. Todo lo que nosotros necesitamos, Dios lo ha provisto en Su hijo. Yo no puedo decirte cuál es ese trabajo que Él te está llamando a hacer, Dios va a mostrarte a ti qué es lo que Él quiere que tú hagas. Tienes un Dios personal que te habla a ti y te dirá: “Esto es lo que te estoy llamando a hacer, esto es lo que quiero que hagas”. Cada uno tenemos nuestra propia función y nuestro propio llamado. Si tú le preguntas, Él te mostrará tu función, te dará sabiduría y todos los recursos que necesitas para llevar a cabo esta obra. Ningún hombre podrá decirte cual es ese llamado tan específico que Dios tiene para ti, tú debes preguntarle a Él. Quizá alguien puede ayudarte a tener tu mente clara a este respecto, pero no acudas a ningún hombre para que te diga qué debes hacer para Dios. Esto lamentablemente sucede mucho en las iglesias. Le dicen a la gente qué deben hacer, en vez de permitir que Dios les dirija a ellos. Dios va a dirigirte, confía en Él.

6:4 Y enviaron a mí con el mismo asunto hasta cuatro veces, y yo les respondí de la misma manera.

Así es el enemigo, persistente, insistente. Algunas veces sólo tendrás que pararte firme, ellos persistirán y persistirán y persistirán, pero tú debes tener en mente igual que Nehemías, que haces una gran obra y persuadirte que no vas a darte por vencido y a distraerte de lo que se te ha encomendado.
Estos hombres intentaron persuadirle y molestarlo, pero este hombre de Dios se mantuvo mirando sólo a Dios.

Vean qué maravilloso registro de la Palabra:

6:15 Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días.

6:16 Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra.

Cuando caminas con Dios y haces el trabajo que Él te ha llamado a hacer, la gente va a percibir que ese trabajo es hecho a través de Dios. El diablo y todas sus huestes también lo sabrán, ellos serán humillados ante nuestros ojos. Te garantizo, porque la Palabra lo dice, que al hacer la obra que Dios te llama a hacer, tendrás obstáculos, pero tú debes permanecer con tus ojos puestos en Dios. Cuando tu sabes que Dios ha puesto algo en tu corazón para que lo hagas, no desistas, Dios estará ahí para ti, proveerá todo lo que necesitas te guiará y si se lo pides, te enviará obreros para “levantar contigo el muro”.
     
Enseñanza original en inglés:
  

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