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¡Posee tu justicia y recibe! (La hipocresía redefinida). De Joseph Prince


El evangelio de nuestro Señor Jesucristo no es sólo acerca de nuestra salvación, la palabra “salvación” es una palabra muy rica, no es solamente nuestra salvación del infierno o la salvación de una conciencia de culpa. Es nuestra salvación, es nuestro alimento, es nuestra bebida, es nuestra arma, es nuestro lugar secreto, es nuestra garantía para el futuro, es algo para toda la eternidad. El evangelio es algo a través de lo cual el creyente vive. Tú vives por las buenas nuevas de Jesucristo.

En la cruz, Dios tomó todos nuestros pecados y los puso en él. Jesús no conoció pecado, él no hizo pecado, en él no hay pecado, pero él llegó a ser pecado, con tu pecado y mi pecado. ¿Cómo llegó a ser él pecado? ¿él cometió pecado para ser pecado? ¡No!, el recibió nuestro pecado en la cruz, y todo el justo juicio y la ira de Dios cayó en Su Hijo, porque él estaba llevando nuestros pecados, hasta que el Hijo de Dios dijo: “consumado es”, ¿Qué significa “consumado es”? eso quiere decir que todo ha sido judicialmente puesto aparte o que ha terminado, la justicia ha sido totalmente cumplida. La justicia ha sido complacida en todas sus justas demandas, no se dejó ni una sola pisca por cumplir. Había que hacer un pago completo, y Jesús pagó todo eso en nuestro nombre de tal forma que, si hoy, Dios condenara a los justos, eso haría a Dios, injusto. Dios proveyó a Su Hijo para ser tu sustituto, y Su Hijo le ha dado, incluso a Él justicia y santidad, el pago completo.

La gente se pregunta “¿cómo puedo ser justo, Pastor?, si no he hecho nada justo, yo tengo problema tratando de ser justo”, ¡no!, te estás perdiendo de lo que se trata el evangelio. El evangelio no se trata de ti, se trata de Jesús. ¿Cómo llegó a ser Jesús pecado? él recibió nuestros pecados, ¿cómo ustedes y yo llegamos a ser justos? porque recibimos Su justicia.

Así que aunque Jesús no merecía sufrir en esa cruz como ningún hombre ha sufrido, recibió el juicio de Dios en él. Porque él no solamente sufrió aquellos clavos, y la corona de espinas, y de los soldados traspasando su costado, y la burla, y la deshidratación de estar ahí por horas colgado y aquella espalda destrozada, no solamente estamos hablando del dolor físico, fue mucho más allá lo que él pagó, y eso fue que la ira de Dios cayó sobre él, la tierra estuvo en oscuridad por tres horas, y literalmente la ofrenda por el pecado fue consumida. Así que cuando Dios resucitó a Su Hijo de entre los muertos, el mismo cuerpo que llevó todos nuestros pecados, resucitó sin nuestros pecados, ¿qué significa eso? que la resurrección es el “recibo divino”, de que todos tus pecados han sido puestos aparte, han sido alejados de ti. Y este es mi mensaje hoy.

Es muy confuso cuando un pecador viene a Dios y actúa como si fuera justo, a Dios no le gusta eso, ese hombre está pretendiendo, está fingiendo, ¡eso es hipocresía!, los fariseos hacían eso, ellos vestían sus ropas muy finas, ellos hacían todas estas cosas que los hacían aparecer como santos y como los más sabios, pero en sus corazones eran más pecadores que cualquier otro, incluso mucho peor que cualquier otro, porque con esta justicia propia de la cual ellos alardeaban y su orgullo ellos tenían la actitud de “yo soy más santo que tú, así que mantén tu distancia de mi”. Los fariseos pretendían ser lo que no eran, ellos no eran justos, pero pretendían serlo, y Dios encuentra a eso una abominación.

Bueno ¿y qué hay ahora de los creyentes que han sido hechos la justicia de Dios, y actúan como pecadores?… ¿saben que eso es hipocresía?, tú estás pretendiendo ser lo que no eres, tú ya no eres más un pecador, has sido hecho la justicia de Dios en Cristo, ¡así que comienza actuar como tal!
Voy a mostrarles un versículo de la Escritura que les va a impactar, cuando descubrí esto por primera vez estaba impactado.

Proverbio 17:15 El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Jehová.

Dice aquí que “el que justifica al impío y el que condena al justo”, ambos son igualmente abominación al Señor. Si tú justificas al malvado, la Biblia dice que eso es una abominación al Señor, y “el que condena al justo” también es una abominación para el Señor.

Algunos de ustedes ven este versículo y piensan que está hablando de condenar a otras personas, al justo, y que eso es una abominación, pero, ¿que hay de ti mismo?, ¡tú has sido hecho justo y ahora eres justo porque has sido justificado por la sangre de Jesús!, y ¿te condenas a ti mismo? Si te condenas a ti mismo, eso es una abominación. Si tú condenas al justo eso es una abominación, y si justificas al malvado también es una abominación.

Hubo un tiempo antes de que Cristo muriera, de que fuera enterrado y resucitara, en que el hombre vivía bajo el Antiguo Pacto, y cuando el hombre se acercaba a Dios debía acercarse en cierta forma, sabiendo que había una distancia, confesando sus pecados, ellos debían saber y reconocer realmente que eran pecadores.

Es muy interesante la enseñanza en el Antiguo Testamento acerca de la lepra. Si había un poco de lepra en tu mano, en tu cara o en alguna parte de tu cuerpo, el sumo sacerdote lo veía y te ponían a un lado, te apartaba para que no contaminaras a la asamblea de Israel, pero hay algo muy interesante, si la lepra cubría al hombre desde la cabeza hasta los pies, si el hombre o la mujer estaban completamente cubiertos de lepra, ellos eran declarados limpios. Hay un significado en todas estas cosas, y el significado es este: si tú dices: “bueno soy malo en todas estas cosas, pero en otras soy muy bueno, tengo más cosas buenas que malas”, tú estas sufriendo de lepra y serás puesto aparte, pero si tú dices: “soy un pecador”, Dios te dice “Yo soy un gran Salvador”. El Salvador es para los pecadores. Los médicos son para los enfermos, la medicina es para aquéllos que están sufriendo de algo.

Si tú pretendes o finges ser justo y no lo eres, número uno, eso es hipocresía; y número dos, no puedes recibir la salvación del Salvador porque estas actuando como si no necesitaras ayuda, estas actuando como que tú eres tu propio salvador. Pero si dices: “Dios mío soy un hombre pecador”, Dios te dice: “bueno voy a salvarte de todos tus pecados”, y si tú dices: “pero Dios, tú no sabes qué tan grandes son mis pecados”, el Señor va a decirte: “Aun no sabes que tan grande es mi poder para salvar”.

Así que Dios me dice: si eres un hipócrita, si vienes a mi fingiendo o pretendiendo ser lo que no eres, aun cuando veas las bendiciones viniendo a ti, vas a pensar que son a causa de que tú las has ganado, y eso es un engaño, y por esa barrera que tú has puesto, nunca vas a sentirte verdaderamente amado por Mí, no vas a sentirte amado por tus amados, vas a vivir una vida solitaria si eres un hipócrita, ¡debemos confesar lo que somos y tenemos a causa del sacrificio perfecto de Jesús, y creerlo!

Saben que la palabra “justificar” es “dikaioi” en griego, y no es solamente “justificado” sino “ser declarado o pronunciado justo”. ¿Quién te declara justo? Dios, Él es el primero, pero debemos caminar de acuerdo con Dios en armonía con eso. El profeta Amós dice: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”, así que cuando Dios dice que tú eres justo, debes decir: “¡amén, Señor!, ¡Si, yo soy la justicia de Dios en Cristo!

La palabra griega para justicia o ser hecho justo en Romanos 5:1 donde dice que hemos sido justificados por fe, es la palabra griega “dikaioó” que significa “ser declarado justo”. Dios te declara justo, pero tú debes declararte a ti mismo justo también para apropiarte de esta verdad.
La Biblia nos dice en:

Isaías 45:23 Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua.

24 Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza [tengo justicia y fuerza KJV]; a él vendrán, y todos los que contra él se enardecen serán avergonzados.

“Ciertamente alguno dirá en el Señor tengo justicia y fuerza”. Y dice al final del versículo de esta clase de gente: “Todos los que contra él se enardecen serán avergonzados”.

Hay gente que va a venir al justo por guía, gente encontrará fuerza en su presencia, pero ellos encontrarán la fuerza y la justicia verdaderamente en el Señor, quien es nuestra justicia. Y dice aquí: “Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová tengo justicia y fuerza”, ¡dilo!, ¡dilo!: “yo soy la justicia de Dios en Cristo”, tú eres la justicia de Dios en Cristo, eso quiere decir que todas las bendiciones del justo en la Palabra son tuyas, por ejemplo, en el libro de Proverbios hay tantas bendiciones prometidas a los justos, veamos unos pocos ejemplos:

Proverbios 10:6 “Las bendiciones del Señor están sobre la cabeza de los justos”

Eso está sobre tu cabeza, esta sobre sus cabezas. Otra promesa:

Proverbios 12:21 ningún mal les ocurrirá a los justos

Ese eres tú, ¡ese eres tú!, ¿puedo tener un gran amén? Otro versículo:

Proverbios 11:21 la simiente de los justos [tus hijos] será liberada.

Tus hijos serán liberados, no importa en qué condición esté el mundo, a Dios nunca le va a tomar nada por sorpresa.

Proverbios 4:18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.

Cuando eres un pecador, tú no tienes que creer para tener enfermedad; cuando eres pecador no tienes que creer por pobreza, cuando eres pecador no tienes que creer para tener depresión, eso te ocurre automáticamente. De la misma forma, ahora que tú eres la justicia de Dios en Cristo, lo más que lo creas y lo más que lo confieses, todas las bendiciones de los justos te ocurrirán sin ningún esfuerzo, ese es el fruto del espíritu.

Romanos 3:21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
3:22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
3:24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
3:25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
3:26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.
3:28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.

Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
5:17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
5:18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
5:19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.

Hebreos 10:1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.
10:4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
10:12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
10:13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;
10:14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
10:15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:
10:16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré,
10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
10:19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,
10:20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,
10:21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
10:22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
10:23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

¡HE SIDO LIBERADO!

Antes de Cristo, yo era una persona diferente, esta persona era mi viejo yo, pero esa persona murió y mi vida está ahora escondida en Cristo. Una vez que eres salvo, tú tienes el espíritu santo, pero hay algo en ti llamado “la carne”, no es tu cuerpo, habita en tu cuerpo, es esa parte en ti que quiere hacer mal, esa parte en ti que es egoísta, así como una piedra puede molestarte en el zapato, así la carne es esa parte en ti que quiere hacer el mal. Pero ahora tú no eres la carne, si tú eres un creyente, tienes la carne, pero tú no eres la carne, tú estás en el espíritu. Esto no significa que nunca más vas a caer, o que no vas a regresar a tus viejos hábitos, pero yo llamo a esos viejos hábitos, lo que son: viejos hábitos del viejo yo que ha sido crucificado con Jesús, y yo ya no soy más esa persona.

Jesús no solo murió por nosotros, sino que también murió en vez de nosotros.

“Pastor, yo estoy en medio de una lucha”, ese que está en esa lucha no es tu verdadero yo, tu verdadero yo delante de Dios, ante los ojos de Dios es el hombre a Su diestra. Así que incluso cuando yo pueda caer, Su amor por mi no cambiará lo que Dios dice que yo soy. Él dice que soy santo, puro, sin culpa, justo no por causa de nada que yo haya hecho, sino a causa de lo que Jesús ha hecho.

En Cristo, todos somos victoriosos, ¡amén! Dios no quiere que tengas ninguna clase de esclavitud y tampoco quiere que tengas ninguna clase de condenación, la Biblia lo dice claramente, dice que Jesús tomó tu condenación en la cruz, él cargo tu condenación, y Dios nunca te va a condenar por tu adicción, ¡nunca!

La forma de llevar nuestra vida de pensamientos es importante, si tu estas tratando y tratando, de hacer las cosas mejor ¿sabes que? sólo lo haces peor, es como aquel que intenta salir de la arena movediza, lo más que se mueve, lo más que se hunde, “¿eso quiere decir que voy a vivir siempre así?” No, claro que no, tienes que venir a los brazos de Aquel que resucitó de la muerte y él va hacer que camines en victoria.

Gracias Dios, mis errores no me definen, mi pasado no me define, la vergüenza ya no tiene lugar en mi vida, y el pecado no tiene dominio sobre mí, porque yo estoy bajo la gracia. La gracia me ha dado !el poder de vivir en libertad!

Traducción por Claudia Juárez Garbalena

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"Nuestra identificación con Cristo" 
de Ken Petty 


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"Una Vida Cristiana Normal"
De Watcman Nee

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