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LA HISTORIA DE RUT. Por Claudia Juárez Garbalena.


Con anotaciones de K.C. Pillai.


La Palabra de Dios es realmente muy hermosa, las historias que Dios ha plasmado en ella nos muestran constantemente el corazón de nuestro Padre: Un Dios generoso, amoroso, justo, rico en bondad y misericordia. Y nos muestra a un Dios deseoso y capaz de bendecir a los que le buscamos, a un Dios que responde a los Suyos en medio de las más extremas y difíciles circunstancias.

El libro de Rut nos narra la bellísima historia de amor entre el Dios vivo y verdadero, y una mujer que no pertenecía al pueblo de Dios, pero que buscó Su amparo y bendición y como Dios la recompensó ampliamente. Las circunstancias que rodearon a Rut, fueron muy dolorosas y difíciles, ¡pero Dios salió por ella como el Gigante Guerrero y Todopoderoso Dios que es!

La historia de Rut, está llena de muchas costumbres orientales que son ajenas al mundo occidental, por eso he incluido en este estudio, algunas notas del Obispo K.C. Pillai, un maestro de las costumbres orientales.

Mientras más observamos de cerca la historia de Rut y permitimos que Dios nos muestre Su amor, gracia, misericordia y compasión en ella, ¡más vemos los bellos matices del hermoso corazón de nuestro Padre!

Les invito a tener una búsqueda continua en la maravillosa Palabra de Dios de la belleza que esta encierra, y a buscar en ella la ternura y el amor de nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo. Leer cada uno de los libros de la Biblia con los ojos del espíritu nos permite ver más de cerca las maravillas de un Dios glorioso. Dios es amor y Él es fiel galardonador de los que le buscamos. Siempre mantén esto en mente mientras lees la Palabra de Dios, y este precioso relato sobre la vida de Rut. Ninguna película, por más efectos especiales que tenga, podrá jamás contarnos mejor que nuestro Padre las historias que El ha dejado plasmadas en Su Palabra para nuestra instrucción y bendición.

Disfruta mientras lees el libro de Rut, y medita y visiona como Dios, como el maravilloso Arquitecto que es, hizo los trazos perfectos para bendecir la vida de esta moabita que vino a refugiarse bajo la sombra de Sus alas.

Dios desea hacer brillar ante ti preciosos detalles que pueden enriquecer tu vida y tu caminar con Él. La Biblia entera está empapada del amor y la compasión de un Dios que pagó el precio más alto e inimaginable por el rescate de toda la humanidad, y para llevarnos de la muerte a la vida.

Este relato se sitúa en la época de los jueces, esto es el periodo que comprende después de la muerte de Josué hasta el profeta Samuel, antes de que fuese ungido el primer rey de Israel. Veamos esta preciosa historia de una mujer ajena al pueblo de Dios, que fue bendecida poderosamente por el Dios que ella buscó de todo corazón en medio de su gran necesidad.

Rut 1:1 Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.

“Moab es el nombre histórico para una franja de tierra montañosa ubicada en la actual Jordania a lo largo de la orilla este del Mar Muerto. En tiempos antiguos, fue el hogar del reino de los moabitas, un pueblo frecuentemente en conflicto con sus vecinos israelitas del oeste. En el Antiguo Testamento o Pentateuco, se dice que Moab (patriarca fundador de los moabitas) era primer hijo (junto con su hermano menor Ammon o Ben-Ammi) fruto de la relación incestuosa de Lot con sus hijas, cuando éstas lo emborracharon al creerse en la obligación de tener relaciones con su padre para perpetuar la raza humana al no encontrar varón (Génesis 19:30-38)” (Wikipedia).


Esta es la razón por la cual los moabitas eran tan despreciados ante los ojos del pueblo de Dios. Moab quizá hubiera sido la última elección de un israelita para ir a morar junto con su familia, ya que además eran un pueblo muy idolatra. Pero la necesidad orilló a este hombre a buscar refugio en esta tierra. Recordemos que el hambre era muy cruda en aquellos días, no había productos congelados o enlatados, ni transportación para traer alimentos de lugares lejanos. Cuando había una fuerte sequia, la gente padecía muchísimo. Así que este hombre israelita se vio en la necesidad de morar en Moab con su familia.

El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.
Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos,
los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años.

La desgracia llegó a esta familia perdiendo al padre, y vemos que transcurrió un tiempo considerable de su estancia en Moab, y los hijos comenzaron a hacer su vida, a echar raíces en esta tierra.

Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.

Ser viuda en este día y tiempo es algo muy duro, pero en estos tiempos bíblicos, era una terrible desgracia ya que una mujer viuda y sin varones en su familia quedaba completamente desamparada. Las mujeres en los tiempos del Antiguo Testamento, no tenían la vida y oportunidades que tiene hoy una mujer en el occidente de hacer una carrera o desempeñar un trabajo, de obtener sus propios bienes, etc. Noemí quedó en una condición de desamparo terrible.

Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. [La sequia estaba teniendo fin en Israel].
Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá.

Es fácil imaginarse la desolación, la amargura, la tristeza y el sentido de desamparo que pudo haber habitado en el corazón de Noemí al dirigirse a su tierra sin su esposo y sin sus hijos.

Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo.
Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron,
10 y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo.

Por el dialogo entre Noemí y sus nueras, vemos que había gran cariño entre ellas, y Noemí muy amorosamente les ruega que regresen a sus familias y que se casen de nuevo, y las bendice. Pero ellas insisten en seguir al lado de Noemí.

11 Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos?

En el oriente, si una mujer se quedaba viuda, era la costumbre que fuera tomada como esposa por algún hermano de su marido. Así ella y sus hijos eran amparados, y los bienes de la familia quedaban entre la familia. Pero en este caso, Noemí no tenía más hijos que pudieran amparar a Orfa y Rut, así que ella sigue rogándoles que se regresen a los suyos, aunque es evidente que ellas no quieren dejarla sola.

12 Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos,
13 ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.

A Noemí le dolía la viudez de sus nueras y se preocupó por ellas.

14 Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella.
15 Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella.

La siguiente es una de las declaraciones de amor más hermosas relatadas en la Palabra de Dios:

16 Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti [no me obligues a dejarte y a regresar a mi casa]; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será [es] mi pueblo, Y TU DIOS [ES] MI DIOS.

17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos [¡así que ayúdame Dios! ¡Porque solo la muerte nos separará!]. Anotaciones de la versión “El Mensaje”.

En todo este tiempo que Noemí y Rut habían estado juntas, Noemí había transmitido a su nuera lo que ella conocía de su Dios, el Creador de los cielos y la tierra, y Rut, esta mujer moabita ajena al pueblo de Dios y sus pactos, aceptó al Dios verdadero como su Dios. Ella no quiso regresar a la comodidad que hubiera representado para ella volver a su familia y a sus dioses, sino que prefirió enfrentar dificultades, ¡y no dejar a Noemí y al Dios que ahora era su Dios! Esta mujer joven bien podría haber ignorado la condición de su suegra y pensar en su futuro buscando marido entre los suyos. Pero ella por amor a Dios y a Noemí decidió que solo la muerte las separaría. Era evidente que había una comunión muy amorosa entre estas dos mujeres que la vida había puesto tan cerca y que les había tocado vivir juntas una verdadera tragedia. 

18 Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.
19 Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí?
20 Y ella les respondía: No me llaméis Noemí [Placentera], sino llamadme Mara [Amarga]; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.
21 Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?

La Escritura dice que Dios es luz y que toda buena dadiva y todo don perfecto desciende del Padre de las luces en el cual no hay mudanza ni sombra de variación. Entonces, ¿Por qué se usan constantemente este tipo de expresiones en el Antiguo Testamento como si Jehová infringiera el mal? El que Noemí le atribuya el mal que le ha ocurrido a Dios es una figura literaria retórica llamada "figura de permisión" que es una “Figura que se usa cuando quien habla finge permitir o dejar al arbitrio ajeno algo, consiste en otorgar a otro licencia para producirnos algún mal.” Dios no trajo el mal a la vida de Noemí, es solo una forma de hablar oriental.

22 Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada. [Esto es más o menos la época de la Pascua].

En la historia de Rut, vemos como Dios es el más perfecto Arquitecto, Diseñador y Constructor de las vidas de aquellos que le buscan y le aman, en este relato vemos como nuestro Dios entretejió vidas y circunstancias para bendecir a Rut y a Noemí, y al final, vemos como Sus planes eran tan altísimos para estas mujeres, en especial, para Rut.

2:1  Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.
Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía.

Las mujeres usualmente hacían sus labores en casa mientras sus maridos trabajaban fuera, pero estas dos mujeres estaban solas y desamparadas, así que Rut tuvo necesidad de buscar el sustento para ambas.

Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec.

Rut justamente fue al campo de un pariente del que fue su marido.

Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga.
Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?
Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab;

Rut resaltaba entre esta gente como “la moabita”.

y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento.

En el oriente, era una cultura de beneficencia social dejar atrás una menuda parte de la cosecha que se iba recogiendo para que los desamparados recogieran de ella su sustento. Así llegó Rut a este campo, buscando esta oportunidad. Vemos que Rut era en definitiva, una mujer trabajadora.

Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas.
Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.

En cuanto Booz supo que Rut era su pariente, y vio su forma de proceder, buscó favorecerla. La puso a un lado de las mujeres y dio órdenes a los trabajadores que no la molestaran.
Si en esta época, una mujer se expone a ciertos peligros trabajando junto a varones, imaginen en aquella época lo que sería para Rut, una mujer joven, trabajar entre ellos. Así que Booz la pone junto a sus criadas y da órdenes de que no le molesten, y le pide a ella que no vaya a otros campos.

10 Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?

Vemos que Rut era una mujer sencilla y humilde. Estuvo dispuesta a trabajar duro por el sustento de ella y de su suegra, y cuando vio el favor con el que el dueño del campo la trataba, estaba atónita.

11 Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes.
12 Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.

¡Qué palabras tan hermosas le dedicó Booz a Rut! ¡Parecían salidas de la misma boca de Dios! En definitiva, Rut había venido a buscar su amparo bajo el Dios verdadero, y Bozz la bendice deseándole que Él mismo recompense su proceder.

13 Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas.

La versión “El Mensaje” dice en este versículo: “Ella dijo: “Oh señor, cuánta gracia, cuanta amabilidad que no merezco. Has tocado mi corazón, tratándome como si fuera uno de los tuyos. ¡Y yo ni siquiera pertenezco a este lugar!”

14 Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró.
15 Luego se levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis;
16 y dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis.

¡Mientras más conoce Bozz a Rut, mas sigue favoreciéndola!

17 Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada. [Aproximadamente 4 kilos, lo equivalente a la medida de una cesta].

18 Y lo tomó, y se fue a la ciudad; y su suegra vio lo que había recogido. Sacó también luego lo que le había sobrado después de haber quedado saciada, y se lo dio.

Rut pensaba en su suegra y guardó una porción del alimento que le sirvieron para ella.

19 Y le dijo su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido.
Y contó ella a su suegra con quién había trabajado, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz.
20 Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos.

Noemí supo desde el primer momento que Booz era su pariente y que él tenía la capacidad y el derecho legal a sacarlas de la situación en que vivían. El podía comprar las tierras que fueron de su marido y casarse con Rut. Ella guardó esto en su corazón.

21 Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega.
22 Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo.
23 Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo; y vivía con su suegra.

La siega del trigo se hacía en la época de Pentecostés, así que transcurrieron casi dos meses en los que Rut trabajó en los campos de Booz.

3:1  Después le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?

Los orientales suelen casarse con un pariente de sangre. Al mantener los matrimonios entre la familia, están seguros de que el marido y la mujer han tenido una misma cultura, la misma formación religiosa, etc. No hay necesidad de trabajar para resolver ciertas diferencias. Se les ha enseñado a cada uno los papeles de matrimonio, por lo que no surgen este tipo de diferencias.

“¿No he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?” Noemí literalmente estaba diciendo a Rut: “¿No he de buscar marido para ti?” En el oriente, si una mujer quedaba viuda, el suegro o la familia del esposo eran los encargados de buscar el marido ideal para ella. Pero en este caso excepcional, Noemí puso manos a la obra en el momento que consideró prudente. Lo más probable es que Noemí tuvo durante ese tiempo este asunto elevado a Dios en oración.

¿No es Booz nuestro pariente, con cuyas criadas tú has estado? He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas.
Te lavarás, pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, irás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber.
Y cuando él se acueste, notarás el lugar donde se acuesta, e irás y descubrirás sus pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer.
Y ella respondió: Haré todo lo que tú me mandes.
Descendió, pues, a la era, e hizo todo lo que su suegra le había mandado.

Cada aldea tenía una era en una roca. Era una roca especial. Las espigas se extendían sobre la era y luego vacas, bueyes o búfalos andaban sobre ellas bajo la luz de la luna. El peso de los animales trillaba el cereal y separaba el grano de las espigas. Los bueyes no eran amordazados porque tenían derecho a participar del fruto de la labor. El grano se hundía debajo de las espigas. Podía haber 10 o 15 bueyes dando vueltas en el suelo, conducidos por un hombre. Como este trabajo era realizado por la noche, no se permitían mujeres, sin embargo la era, era el lugar donde se resolvían casos como la redención, los acuerdos matrimoniales, etc.

Cito aquí las palabras del estudioso bíblico K.C. Pillai: “Noemí entonces le sugirió a Rut que fuese a encontrarse con Booz aquella noche donde estaría, aventando la parva de la cebada. Ese es el sitio donde se tira al aire el grano para que el viento pueda llevarse la paja.

Esta instrucción que Noemí le da a Rut, hace que inmediatamente le surja la sospecha, a quienes no están familiarizados con las costumbres de las personas en el Oriente. Juzgan que Rut se dirige a Booz con segundas intenciones inmorales para "atrapar un casamiento" con Booz. Nada de eso tiene que ver con el caso.

El sitio donde el grano y la paja se echaban al aire y se separaban estaba generalmente situado sobre una gran roca por encima del pueblo, a la vista de todos y donde los vientos predominantes soplaban con más fuerza. Así que ese sería probablemente el sitio más ridículo escogido para un plan de inmoralidad de ese tipo.

Así que, el hecho de ella recostarse a los pies de Booz en la era, no es otra cosa sino una señal para él y los que con él estaban, de su humildad, y no una evidencia de malas intenciones. Y finalmente, el hecho de que le pidiera que extendiera su capa sobre ella no tiene tampoco la connotación que muchos se han imaginado, sino que tiene un bellísimo significado. Permíteme que te explique.

En primer lugar, "capa" no es una buena traducción". Debía ser "fular" (pañuelo). Algunas veces leemos en la Reina-Valera que alguien "rasgó sus vestiduras". Suena como un espectáculo de "strip tees." Claro que no tiene nada que ver con eso. Lo que se "rasga" siempre es el fular, no la ropa en general.

El fular es una pieza de paño que tiene cerca de un metro de largo y que se dobla en cuatro partes y se usa alrededor del cuello. Una especie de bufanda. El "rasgar el fular" es una manera Oriental de expresar exteriormente una ira o angustia interior.

Pero también, como en este caso cuando se extiende es un símbolo de protección. Así que cuando Rut le pidió a Booz que extendiese su fular sobre ella, lo que estaba sencillamente pidiéndole era su protección. Booz fue muy decidido dándole este símbolo de su cuidado, pues quería casarse con ella - quería redimirla porque ella era la viuda de un familiar suyo.”

Y cuando Booz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, se retiró a dormir a un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y le descubrió los pies y se acostó.
Y aconteció que a la medianoche se estremeció aquel hombre, y se volvió; y he aquí, una mujer estaba acostada a sus pies.

El que Booz había “comido y bebido”, no significa que estaba en estado de embriaguez. En el oriente no beben hasta después de la cena. “El corazón alegre” es un corazón muy, muy agradecido. Cuando dice que “le descubrió los pies”, se refiere a que en Oriente la gente duerme cubierta de pies a cabeza. Cubren su cara de modo que la luz solar o luz de la luna no les fatigue los ojos (Salmo 121:6). Situarse a los pies de la persona, es una entrega total y completa, pero debe tocar los pies. Es por eso que ella descubrió los pies de Booz.
Entonces él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Yo soy Rut tu sierva; extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.
10 Y él dijo: Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos.
11 Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.

Al Bozz referirse a Rut como “hija”, según las costumbres orientales, estaba hablándole con gran respeto. Y en todas esas semanas que llevaban conviviendo, él la reconoció como una mujer virtuosa.

12 Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más cercano que yo.
13 Pasa aquí la noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive Jehová. Descansa, pues, hasta la mañana.
14 Y después que durmió a sus pies hasta la mañana, se levantó antes que los hombres pudieran reconocerse unos a otros; porque él dijo: No se sepa que vino mujer a la era.

No eran aceptadas mujeres en la trilla de los granos, este trabajo se hacía de noche y era un lugar para varones, por eso Booz quiso dejar encubierto el que Rut hubiera ido a buscar su redención en esa circunstancia. Rut tuvo que hacer esto por sí misma, ya que su suegro había muerto, y no tenía varón en su familia, y ella estaba siguiendo los consejos de su suegra.

15 Después le dijo: Quítate el manto que traes sobre ti, y tenlo. Y teniéndolo ella, él midió seis medidas de cebada, y se las puso encima; y ella se fue a la ciudad.
16 Y cuando llegó a donde estaba su suegra, ésta le dijo: ¿Qué hay, hija mía? Y le contó ella todo lo que con aquel varón le había acontecido.
17 Y dijo: Estas seis medidas de cebada me dio, diciéndome: A fin de que no vayas a tu suegra con las manos vacías.
18 Entonces Noemí dijo: Espérate, hija mía [quédate quieta, está en paz, hija mía], hasta que sepas cómo se resuelve el asunto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.

4:1  Booz subió a la puerta y se sentó allí; y he aquí pasaba aquel pariente de quien Booz había hablado, y le dijo: Eh, fulano, ven acá y siéntate. Y él vino y se sentó.

En las puertas de las ciudades del oriente había un sistema de gobierno con 20 ó 30 ancianos quienes juzgaban y/o testificaban todo asunto legal en la ciudad, así que Booz se dirige a este sitio para arreglar el asunto de la redención de Rut.

Entonces él tomó a diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron.
Luego dijo al pariente: Noemí, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelec.
Y yo decidí hacértelo saber, y decirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados, y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres redimir, redime; y si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que redima sino tú, y yo después de ti. Y él respondió: Yo redimiré.
Entonces replicó Booz: El mismo día que compres las tierras de mano de Noemí, debes tomar también a Rut la moabita, mujer del difunto, para que restaures el nombre del muerto sobre su posesión.
Y respondió el pariente: No puedo redimir para mí, no sea que dañe mi heredad. Redime tú, usando de mi derecho, porque yo no podré redimir.

Este hombre estovo dispuesto en un principio a redimir la tierra de Noemí, pero no estuvo de ninguna manera dispuesto a casarse con “la moabita”.

Había ya desde hacía tiempo esta costumbre en Israel tocante a la redención y al contrato, que para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel.
Entonces el pariente dijo a Booz: Tómalo tú. Y se quitó el zapato.

Cito a K.C. Pillai: “Cuando una persona compra bueyes, tierra, casas o cualquier otra cosa que sea tangible, se le da un contrato de venta, y la transacción sería hecha y registrada exactamente de la misma manera como hacéis también aquí en América vosotros. Pero cuando se transfería algo intangible como el "derecho" que se estaba aquí traspasando, entonces la costumbre era dar un zapato en la presencia de testigos, queriendo con eso significar que el "derecho" había sido transferido al otro. Eso es justo lo que el pariente hizo en este caso. Y fue muy claro y bien comprendido por todos los que asistieron al acto. Así que ahora Booz poseía el derecho no solamente de comprar todo lo que había pertenecido a Elimelec, Mahlón y Quelión, sino además también de tomar la mano de Rut en casamiento. Eso fue lo que hizo.”

Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de Quelión y de Mahlón.
10 Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita, mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois testigos hoy.
11 Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos. Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre en Belén.
12 Y sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a luz a Judá, por la descendencia que de esa joven te dé Jehová.
13 Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo.
14 Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel;
15 el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos.

Las mujeres de Belén reconocieron el regalo que Rut era para la vida de Noemí diciéndole que ella valía más que siete hijos para ella, y se gozaron con Noemí cuando Rut tuvo un hijo.

16 Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya.
17 Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David.
18 Estas son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón,
19 Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab,
20 Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón,
21 Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed,
22 Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.

Las circunstancias de la vida arrastraron a estas dos mujeres a una terrible desgracia. Pero la Palabra de Dios dice que a los que amamos a Dios, todas las cosas nos ayudan a bien. Noemí y Rut tenían todo para perder y nada para ganar, pero ellas buscaron a Dios, le amaban y respetaban, y Él orquestó las circunstancias a su favor y fueron bendecidas tremendamente por el Dios Todopoderoso. ¡Él les extendió Su mano, Su misericordia y Su favor a través de Booz! Ellas recibieron cobijo, consuelo y gran sanidad con esta redención y con el nacimiento de Obed, y vean que cosa tan maravillosa: de las entrañas de Rut nació el abuelo de David, es decir, ¡un pariente directo de nuestro Señor Jesucristo! ¡Dios le dio el privilegio a esta “moabita” de llevar en sus entrañas al linaje del Redentor de la humanidad! ¡Dios siempre va mucho más allá de lo que pedimos o entendemos si le depositamos nuestras vidas en Sus manos, si confiamos plenamente en Él, si descansamos en Sus brazos!

¡Qué historia tan maravillosa que nos muestra la fidelidad y el amor de nuestro Dios! ¡Jamás debemos desfallecer cuando vemos que las circunstancias son totalmente adversas a nosotros! ¡Podemos confiar en el Dios vivo y verdadero que nunca, nunca nos desampara y que nunca, nunca, nunca nos deja! Dios está más que deseoso y dispuesto, y es capaz de bendecirte, de librarte, de sanarte, de guiarte, de llenar tu vida de todo bien, el punto aquí es, no si Él quiere y/o puede bendecirnos o librarnos, ¡Él puede y quiere! el punto aquí es, si lo buscamos y creemos en Él de todo corazón! ¡El justo por la fe vivirá! , no por lo que siente, no por las circunstancias que le rodean, no por su propia inteligencia, fuerza, capacidad o habilidad. ¡Dios fue capaz y muy poderoso para transformar la vida y las circunstancias de Rut y Noemí! ¡De darle un giro total! ¡Refúgiate bajo Su amparo! Él jamás va a defraudarte si confías en Él y permaneces pacientemente confiado en Su fidelidad, SI CONFÍAS EN Su amorosa guía.

Proverbios 3:1-8 Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres. Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.


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